El canto gregoriano es un canto litúrgico de la Iglesia cristiana, es utilizado como expresión y mensaje dentro del culto y asimismo como medio de expansión religiosa.
Los primitivos cantos cristianos se inspiran en las melodías judías cantadas en las sinagogas y en modelos heleno-orientales. La Iglesia desarrolló su salto tras el fin de su persecución gracias a Constantino I (313), convirtiéndose de este modo en la religión oficial del imperio. En tiempos de Gregorio I existían diversas liturgias destacando la romana, galicana, ambrosiana y mozárabe. El único que se conserva dentro de la Iglesia son la romana y ambrosiana. El Papa realizó una reforma del canto romano tendente a simplificar y reordenar ritos y oraciones continuadas por otros papas. Por otro lado, Carlo Magno y su padre Pipino el Breve, impulsaron el canto gregoriano que se había constituido en las iglesias francas sobre el modelo de un canto romano conocido mediante la tradición oral. De los siglos IX-XI, es el apogeo de tal canto por toda Europa y ya en los siglos XI-XII sufrirá una decadencia lenta. En 1856, se intenta reestablecer en la abadía de Solemnes. Y en 1903, el Papa Pio X ordena que se realice el estudio del canto gregoriano.
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